domingo

Platón, en efecto, distingue cuatro tipos de manía positiva, no patológica, no infrahumana, referiéndolos respectivamente a cuatro divinidades: la manía del amor, ligada a Afrodita y a Eros; la manía profética de Apolo; la manía de los iniciados de Dionisio; y la manía poética de las musas. Marsilio Ficino dirá que son "esas especies de furor que Dios nos inspira elevando al hombre por encima del hombre: y que en Dios lo convierten". Si se deja de lado la "manía poética" -que sólo pudo tener carácter no profano en otro tiempo, cuando el arte no era cosa subjetiva, cuando el poeta era también un vidente, y la poesía era un carmen-, el fondo común de estas formas sigue siendo el mismo: un estado de embriaguez apropiada para provocar una autotrascendencia y las variantes de una experiencia suprasensible: en el amante, pues, no menos que en el iniciado dionisíaco, en alquel cuya visión supera el límite del tiempo y en el sujeto de la experiencia mágica.[*] Es curioso que ni Platón ni sus comentaristas hayan mencionado otra variedad del mismo tipo de embriaguez lúcida y anagógica (tendiente hacia lo alto): la variedad heroica, que se podría colocar bajo el signo de Marte. Esto es curioso en la medida que la Antigüedad tuvo en consideración casos en los que también la experiencia heroica puede ofrecer posibilidades iniciáticas. Podría recordarse, finalmente, el tipo de embriaguez sagrada propia de los coribantes y los curetas, con sus técnicas específicas, que no carecían de relación con la danza.

[*]: Refiriendose al eros como universal, Platón escribe: "Por obra suya procede tanto la adivinación en cada una de sus formas, como el arte de los sacerdotes referente a los sacrificios, las iniciaciones, los encantamientos, a toda calase de predicciones y a la magia."


Extraído de "Metafísica del sexo", por Julius Evola.

1 comentario:

Brae dijo...

eso si que no es la obvia decadencia del mundo moderno!