La Verdad.

Está ahí.

Dicha.

Está.

En los libros.

En las canciones.

En los colores.

En un árbol.

En el aire.

En todo.

En tanto se percibe, no hay necesidad de describirla.

Y sin embargo sí.

Cuando una verdad cristaliza en la cabeza aparece el impulso irrefrenable de atraparla.

De darle una forma. Tatuarla en la realidad. Asi no se disuelve en la mente que se transforma de manera constante.

Aunque lo que cambia, lo que fluye, es la mente y no la verdad.

Hoy no la capturé de manera que me satizfaga.

Pero siempre va a estar ahí, siempre voy a volver a intentarlo.

Siempre intentarlo.

Es obvia.

La verdad objetiva es obvia.

No es algo que uno crea. No es algo discutible.

Es algo que se ve.

Está ahí. Siempre estuvo ahí.

Si se agarra la Verdad como materia prima para crear cosas hermosas... eso es genio.

Primero verla. Después transformarla. Moldearla.

La belleza. La belleza resignigica todo.

Le da un valor mas allá de la funcionalidad.

¿necesario?

Comer y dormir.

Solo eso es necesario (y hasta cierto punto)

Etc etc etc