lunes

Friederich Hölderlin


[algunos recortes de poemas de este loco]

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Mi espíritu tendía hacia los cielos
pero el amor pronto lo hizo descender,
y ahora las penas lo doblegan.
Así voy recorriendo los caminos de la vida
y acabo por volver al punto de partida.

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Valor Poético
(segunda version)

¿no estás ligado a todos los vivos?
¿no te nutre la Muerte en su propio beneficio?
Ve, atraviesa la vida sin armas, pues nada puede atemorizarte.

Bendice cuanto te suceda.
Sé propenso a la alegría.
¿qué podria ofender tu corazón?
¿qué impide que sigas marchando tu camino?

Pues desde que la poesía brotó de labios humanos propagando la paz,
desde el día en que nuestro canto benéfico en el dolor y en la alegría,
regocija el corazón de los hombres,
también a nosotros, poetas del pueblo,
nos gusta mezclarnos con lo viviente, con el amistoso gentío;
felices, amigos de todos, abiertos a cada uno.
Tal nuestro antepasado, el dios Sol, a ricos y pobres da su gozosa luz
y, mientras el tiempo huye, nos ayuda, efímeros como somos,
a seguir en pie con su andador dorado, así como nosotros guiamos los pasos infantiles.

Y cuando llega la hora, es esperado, recibido por el oleaje púrpura.
Entonces, sabiendo que todo es pasajero, va declinando con ánimo variable.
¡que así perezca nuestra alegría cuando suene la hora y el espíritu triunfe!
¡que así se hunda en la grave plenitud de la vida, y tenga tan hermosa muerte!

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¿cuál es el sitio donde el amor se muestra en el día, donde el corazón se expresa, donde al fin encuentra descanso y donde se cumple aquello que día y noche nos anunciara un ardiente sueño?

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(a un amigo)

La sabiduría te canta su viejo estribillo
y en torno a tus ojos teje su velo de sombra sagrada;
pero ya flamea en una lejana nube portadora del trueno la llama que anuncia al dios del Siglo.
Su tormentoso aliento mueve tus alas, el dios de los héroes te llama, te arrastra.
¡oh! llevame contigo, ofrecele al dios esta presa ligera, que acogerá sonriendo.

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Pais natal

El marino vuelve a encontrar, contento, su apacible río, tras haber viajado por lejanas islas y hecho su comercio.
También yo regresaría felíz a mi tierra si hubiera cosechado tantos bienes como estos males que traigo.

Orillas queridas, que me vieron crecer, ¿me consolarán de este pesar de amor?
Prometanme, bosques de mi juventud, darme la paz si vuelvo a ustedes.

Bordes frescos del arroyo, donde contemplaba el jugueteo de las olas,
río donde veía los barcos deslizarse,
si, pronto regresaré.

Y ustedes, queridas montañas que antaño me protegieron,
lindes seguros y venerados del país natal,
casa materna, abrazo cariñoso de hermanos y hermanas, pronto estaré con ustedes,
siempre leales,
y mi pecho así envuelto como con vendas, sanará.

Preo sé, sé que mi mal de amor no encontrará pronto alivio, fieles amigos
ni los consoladores aires que cantan los mortales lograrán sacarme de esta pena.
Pues los que nos prestan el fuego del cielo, los dioses, también nos dan el sagrado dolor.
¡aceptémoslo!
No soy sino un hijo de la tierra, hecho para querer, para sufrir.

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Que el hombre lo pruebe todo -dicen los Celestiales- y que, nutrido por una rica savia, aprenda a dar gracias por todo, y comprenda que tiene la libertad de buscarse un destino.

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